La mayor parte de los pediatras coincide en afirmar que los bebés no
deben utilizar el chupete antes de los 15 días de vida y que hay que empezar a restringirlo a partir de los ocho meses y suprimirlo antes de que cumplan el primer año.
El uso del chupete
es motivo de intensos debates entre los expertos que ensalzan sus
beneficios y los que advierten de sus muchas desventajas. Ahora bien, no
existen pruebas suficientes para potenciar o denostar su empleo, como
advierte el doctor Santiago García-Tornel, pediatra del hospital
barcelonés Sant -Joan de Déu, en la revista Anales Españoles de Pediatría.
Su efecto relajante es el aspecto beneficioso más ampliamente conocido,
aunque los padres deben evitar callar al bebé con el chupete cada vez
que llora, pues el llanto es una forma de comunicación del niño que hay
que atender con mimos, juegos y atenciones. Recientes investigaciones
también indican que este instrumento previene el llamado síndrome de
muerte súbita del lactante y que es útil para estimular la succión en
prematuros. Entre los aspectos negativos del uso y abuso del chupete
destacan el fracaso de la lactancia materna y las malformaciones
dentarias, así como un mayor riesgo de sufrir otitis media –infección
del oído– y accidentes infantiles. Por ejemplo, el colgante del chupete
puede provocar el ahorcamiento del bebé. Hay estudios que relacionan su
empleo con un menor coeficiente de inteligencia en edad adulta.
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